2005_Cuba en la 51 Bienal de Venecia

Los carpinteros, Sandalia, 2004

Arte cubano: la resistencia en aguas venecianas*

El pasado 12 de junio quedó inaugurada la 51 edición de la Bienal de Venecia, la más antigua del mundo en su tipo. El espacio cuyo prestigio se ha fomentado en décadas sucesivas por  el reconocimiento de comisarios como Achille Bonito Oliva, Harald Szeemann, etc. En esta ocasión la Bienal debe su concepto general a las españolas María de Corral y Rosa Martínez, quienes han agrupado a los artistas participantes en las respectivas muestras La experiencia del arte y Siempre un poco más lejos.

Esta última, ubicada específicamente en el Arsenale, incluye las obras de los cubanos Carlos Garaicoa y Diango Hernández. Bajo la premisa curatorial de Rosa Martínez, quien trata de exaltar la capacidad del arte de trascender lo cotidiano y cercano para explorar otros mundos posibles, la instalación de Garaicoa, que persiste en el diálogo entre la arquitectura, la memoria y la presencia humana, convoca nuevamente a plantear la utopía como reducto romántico frente a la realidad. En esta ocasión, el mismo escenario veneciano, en tanto ciudad símbolo que condensa la historia, potencia la relación que algunos han denominado ya fantasmal entre el hombre y las ruinas que él mismo va dejando a través del tiempo, como huella en la que afincar la persistencia del pasado. Por su parte, el ex integrante del Gabinete Ordo Amoris, Diango Hernández, no pierde la facultad de analizar la realidad como consecuencia de un conjunto de disposiciones políticas del poder, las cuales pueden ser subvertidas gracias a la ironía y a la metáfora que trastocan los objetos y las “realidades” aparentemente más convencionales y comunes en discursos del contrasentido, el absurdo y el choteo.

En el Italian Pavilion se ha concentrado la muestra La experiencia del arte, que incluye la participación de Tania Bruguera con una versión de la instalación Justicia Poética, que previamente mostrara la artista en la 8va Bienal de Estambul. Bruguera regresa a la Bienal de Venecia con una instalación que recrea un angosto pasillo cuyas paredes son tapiadas por miles de bolsitas de té que envuelven al espectador con su característico olor, y entre las cuales aparecen minúsculas pantallas en las que se ven momentos de la Historia universal que coinciden en conformar una imagen de la violencia y la vejación humana. Partiendo de una reflexión sobre los mecanismos de colonización y recontextualización que se encuentran tras una práctica tradicional como puede ser beber té en diferentes culturas, la artista construye una metáfora histórica sobre el terror que ha implicado la construcción del imaginario colectivo en las sociedades contemporáneas. Al mismo tiempo, habla sobre la capacidad del hombre para edificar los territorios del poder sobre la expoliación y el sufrimiento del Otro. Cualquiera de los videos, nos devuelve una visión represiva que evita la especificidad de un contexto, y que forma parte de la memoria de cualquier sociedad. Atravesar ese pasillo implica enfrentar la historia de cada uno de los que allí accedan, desvelar las cicatrices que ha dejado la Historia en nuestros rostros, y las marcas que hemos dejado nosotros en ella.

En el Pabellón del Instituto Italo-Latino Americano (IILA), localizado esta vez en el Istituto Veneto di Scienze, Lettere ed Arti – Palazzo Cavalli Franchetti, dentro de la muestra comisariada por Irma Arestizábal bajo el título La trama y la urdimbre, se encuentra la obra de Los Carpinteros. Con su ya habitual estética objetual, el ahora dueto presenta dos piezas: Sandalia, una escultura que reproduce el trazado geográfico de la Habana en la planta del calzado; y la instalación Siesta, una mecedora sobre la cual reposa una columna de almohadas que se prolonga hasta el techo en un peligroso juego de equilibrios y tensión vertical. Reiteradamente el pabellón del IILA ha acogido la participación de artistas cubanos en la Bienal de Venecia, nombres como los de Luis Gómez, Ibrahim Miranda, engrosan la nómina de los creadores que han estado en esos espacios. Una ventaja de la presente edición, quizás en consonancia con las propias intenciones de las comisarias generales de la Bienal, es haber desmarcado el mencionado espacio de los recorridos periféricos del evento, que condenaba en muchas ocasiones a la invisibilidad la obra de los artistas latinoamericanos cuyos países no pueden costear un pabellón propio.

De cualquier manera, el mero hecho de la presencia de artistas cubanos, tanto en las sedes oficiales como colaterales y alternativas al importante foro veneciano, implica el reconocimiento del valor de una producción cultural que emerge de circunstancias polémicas y ha logrado rebasar el ostracismo insular. Citas obligadas para el arte contemporáneo, como las ferias ARCO, Art Basel; bienales como Sao Paulo, Venecia, Lima, Estambul; la Dokumenta, que incluyen la participación de jóvenes artistas cubanos, se convierten en circuitos imprescindibles para el reconocimiento y la circulación de los discursos que obsesionan a los creadores actuales, canales para el ejercicio de la resistencia, y sobre todo la confrontación con lo mejor de la producción cultural contemporánea. Desde propuestas que se erigen como signo de las circunstancias en las que habita el hombre contemporáneo, hasta referencias más concretas como las que hace el artista José Hidalgo en la instalación fotográfica emplazada en el Pabellón de los Okupas -circuito alternativo a la Bienal. El paralelismo entre el fenómeno europeo (particularmente interesante en la propia ciudad de Venecia) y los «llega y pon» cubanos, pone el dedo sobre la llaga aludiendo a uno de los problemas fundamentales de las superpobladas sociedades contemporáneas, y específicamente denuncia uno de los permanentes y más críticos dramas sociales en Cuba.

Hasta el 6 de noviembre la 51 Bienal de Venecia permanecerá abierta al público, invitando a un recorrido a través del sentido y el compromiso del arte contemporáneo.

*Este texto fue publicado originalmente en el diario electrónico Encuentro en la Red el 4/08/2005 bajo el título: “La resistencia en aguas venecianas”.