2008_Rosendo Álvarez

Realidades, retruécanos e interiores.

La Galería Metta acoge durante el mes de junio una muestra del quehacer pictórico de Rosendo Álvarez Cortés. Mostrando algunas de sus habituales líneas de trabajo, el artista presenta en esta ocasión una serie de obras que se apropian a través de un gesto intelectivo e intertextual de un género emblemático dentro del arte occidental como la pintura de interior, recurrente en la historia artística a través de la propia evolución del género desde su eclosión en la Holanda del siglo XVII.

Mediante imágenes que panean una serie de interiores domésticos, Rosendo Álvarez Cortés ejecuta sugerentes desplazamientos sintácticos del género, donde se altera la composición, las soluciones canónicas de la perspectiva en este tipo de cuadros y se minimiza la acción humana dentro de las escenas. Con ello, el artista convierte el reflejo de lo cotidiano – habitual en las representaciones historicistas de interiores- en una tesis sobre la naturaleza de la representación de la realidad a través de la pintura, incursionando en uno de los registros conceptuales y metalingüísticos más abordados en relación con las posibilidades representativas del medio. Por otra parte, la fragmentación compositiva de sus interiores, deconstruye no sólo la unidad de la escena sino que recuerda algunos experimentos modernistas, llegando a ser por momentos verdaderos juegos geométricos con reminiscencias abstractas (Abstracto 4, 2008).

Cuando el artista resquebraja la unidad anecdótica de la escena e impide la consecución de un cierre narrativo en la misma, se separa de una tradición harto superada por los primeros movimientos de vanguardia del siglo pasado, y trastrocada completamente por el posmodernismo. Sin embargo la asunción del género y de recursos para la construcción del sentido como la cita y otras formas incluidas dentro de los registros de la apropiación, no se limitan a introducir al espectador en los juegos tropológicos de la construcción del texto artístico, sino que a través de paralelismos, contrastes y superposición de referencias de muy diversa índole, permiten el acercamiento a un discurso crítico que de modo sutil alude a algunos de los signos sobre los que se erige la cultura de Occidente. La acumulación, la repetición sobre la norma en tanto tiranía del canon, el saber enciclopédico y escrito, se diagraman en los muros de las habitaciones que muestra Álvarez Cortés, ya sea en los libros apilados sobre una mesa que tapan un cuadro de martirologio (Montaña, 2007), o en las paredes plagadas de obras míticas de la historia del arte occidental.

Gracias a la fragmentación de esos interiores, al distanciamiento de una búsqueda del virtuosismo pictórico y del verismo realista de la representación, traducido en la figuración imposible de la sombra de los objetos y la casi planimetría de las formas, Álvarez Cortés enfrenta al espectador a ambientes en cierto modo metafísicos donde la figura humana se intuye en los objetos, pero queda absolutamente fuera del cuadro, salvo en ocasiones donde su presencia constituye un enunciado crítico rotundo. Ahí, por ejemplo, como en las distintas versiones de las obras Why are our home so beautiful, de la serie Interiores, el artista aguza la atención sobre el precio estrambótico de la idea cultural de Occidente para los Otros en torno a los cuales se definió la condición de lo subalterno y sobre los cuales se edificó el estatuto colonial.

Rosendo Álvarez Cortés ofrece los fragmentos desencajados de un puzzle conformado por piezas cuyos cantos devienen tan similares que hablan de una homogeneidad ante la cual la diferencia sigue resultando rara.

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